martes, 28 de julio de 2020

Mover profético en las Escrituras parte 2


Solo alguien que ha sido reformado y transformado por dentro de una forma tan radical, puede producir la misma medida de impacto en el exterior.  Así sucedió en el pasado, con un hombre llamado Saulo y así sucedió en el siglo XVI con Martín Lutero. Ciertamente dichos impactos, sacudieron naciones, trayendo grandes y trascendentes cambios y modificaciones. Todo porque se les reveló el autor original de las Escrituras,  que inspiró a los santos hombres de Dios a plasmar en papel  las palabras proféticas y revelaciones que recibieron de ÉL. (1 Pedro 1:11) (2 Pedro 1:21) (2 Timoteo 3:16)
 
Luego de todos los cambios y modificaciones que se aplicaron a causa de los hechos y acontecimientos ya mencionados, se fueron levantando varios ministros” que predicaban y enseñaban conformen al fundamento puesto por Lutero a muchas personas (personas que la gran mayoría tenían su primer contacto con las Escrituras), ministros que se fueron desparramando por distintas partes del continente europeo y demás continentes del hemisferio oriental. Recuerden que no había pasado  mucho tiempo en donde Colón había descubierto “América”.
Estos ministros que  iniciaron y comenzaron a predicar y enseñar conforme al fundamento puesto por Lutero, recibieron  muchas personas que se añadían a la familia de la Fe, naciendo así el término “Protestante”, usado por líderes de alta estima católicos y no católicos,  para identificar aquellos que se apartaron del catolicismo.
Al pasar el tiempo, se fueron levantando más y más ministros, que en algún punto  en base a sus propias búsquedas personales, comenzaron a edificar y construir sobre el fundamento ya puesto. La gran mayoría de ellos, llegando a conclusiones basadas en su propia razón, lógica e intelecto humano (INTERPRETACIÓN PRIVADA). Es en este punto en donde aparecen diferencias en las enseñanzas de los ministros que predicaban y enseñaban. Las diferencias se profundizaron e intensificaron de tal manera que al pasar los años, décadas y siglos,  fueron  apareciendo distintas ramas del cristianismo, lo que hoy se conoce como “Denominaciones”.
Es en este contexto en donde se fueron dando las diversas divisiones en el cristianismo, que hasta ha llegado a ser muy tóxico y nocivo para el cuerpo de Cristo, provocando muchos pleitos y contiendas.
¿Acaso está divido Cristo? (1 Corintios 1:13) Por supuesto que NO.

Jesús dijo que las Escrituras dan testimonio de ÉL (Juan 5:39) y el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía (Apocalipsis 19:10). 
 En (1 Pedro 1:11) nos muestra que el espíritu de la profecía es considerado también como el Espíritu de Cristo, con el cual los profetas profetizaron y (2 Pedro 1:19) nos señala a las Escrituras como palabra profética.
Quiere decir que el encargado de revelar a y de Cristo por medio de las Escrituras es un espíritu, cuyo mover y fluidez sigue vigente hoy.
Si el autor original de las Escrituras es un espíritu, entonces necesitamos de ese mismo espíritu para poder llegar a certezas y convicciones (Fe) correctas en nuestro interior, en nuestro corazón, dejando que nos vaya alumbrando, iluminando y revelando a y de Cristo cada vez más.


martes, 14 de julio de 2020

Mi primer experiencia en adoración profética


Hay momentos que son momentos “quiebre”, en donde un límite, una barrera, se rompe, para traspasar a un siguiente nivel o dimensión y así tener una nueva experiencia y vivencia de, en y  con Jesús. Cada vez que uno experimenta algo por primera vez en el Espíritu, la vivencia es tal, que provoca y produce un antes y un después en nuestro interior.
Así es como a continuación les narraré la primera vez que experimenté el ámbito de adoración profética:

Hace alrededor de 4 o 5 años aproximadamente, en mi casa ministerial   teníamos una reunión especial, donde tendríamos la visita de una Profeta de oficio y la de un equipo de alabanza de otra congregación amiga de nuestro ministerio.
De mi parte en mi corazón había mucha expectativa de que ese día, el mover iba a hacer diferente a lo que uno viene acostumbrado en las reuniones, asi que fui con la convicción de recibirme todo. Esa noche la atmósfera natural estaba bastante fresca, pero al transcurrir la ministración de las canciones movidas, uno ya había entrado en calor, definitivamente los momentos de mucho movimiento en las canciones rápidas los disfruto muchísimo.

 El momento de la ministración de las canciones pasó, y ahora se daba lugar a la ministración de la profeta, no sé como explicarlo pero dentro mío estaba pasando, como si sintiera un impulso emocional que me revolucionaba todo por dentro y no podía estar quieto. Cuando la profeta toma el micrófono, hace volver a los adoradores (porque se habían bajado) y los dirige a que vuelvan a alabar pero ésta vez, dejándose llevar, pasado unos 3 o 4 minutos, hubo un fluir espontáneo en la canción pero sin palabras, la profeta declaraba que se dejaran llevar por la adoración (varias veces lo hizo) y de repente esa melodía que surgió fue creciendo con más intensidad, fuerza y volumen,  pude sentir como una corriente que hizo temblar todo mi cuerpo, mis manos se comenzaron a elevar una y otra vez hacia arriba, de forma simultánea, de mi boca comenzó a surgir un canto pero no era un canto con palabras, sino más bien era un canto con el uso de una vocal, que en ese momento era la O, y a medida que la cantaba con más fuerza sentía como en todo mi cuerpo el fuego del Espíritu aumentaba y mientras más me soltaba y cantaba, más fuego y mientras más fuerte y suelto cantaba, más fuego, era un fuego intenso, muy fuerte, sinceramente no quería salir de sentir eso, quería que durara mucho más tiempo no quería salir de ahí pero al final la adoración bajó su intensidad y yo cesé de cantar ese canto y de sentir esa presencia como fuego intensa.

 Nunca había experimentado algo así, en mi mente me quedé pensando muchísimo en lo que había pasado, tratando de entenderlo, y deseaba volverlo a vivir, ya que fue algo tan fuerte lo que sucedió dentro mío, que pude sentir que algo cambió. Y querpia más, más, mucho más de eso. Pude sentir como algo dentro mío se rompió, y me pude dar cuenta que a partir de ese día en adelante, mi forma de adorar a Papá ya no fue la misma, sino que ahora era totalmente diferente.