viernes, 9 de julio de 2021

LA PRIMERA VEZ QUE LE HABLÉ Y ME RESPONDIÓ

 



■ La verdad me acuerdo mucho de aquel momento, porque lamentablemente fue en un contexto de desgracia.
Yo tenía apenas 13 o 14 años, plena adolescencia.
Estábamos jugando con un amigo y mi sobrino en una plaza, uno de ellos estaba arrojando piedras y cascotes a una distancia alejada, cuando de repente escucho ¡CIUDADO!, me doy vuelta y un cascote me da abajo de mi ojo derecho. Yo caigo al piso y cuando me levanto me toco la cara y estaba yo manchado de mucha sangre.
A partir de ahí comenzó uno de los más grandes momentos de oscuridad en mi vida.
■ Después de llevarme a urgencias en el hospital de mi ciudad, donde me atendieron pésimo, donde lo único que me hicieron fue cerrar la herida con la gotita y derivarme a un oftalmólogo, tuve que hacer reposo, tomar calmantes y esperar. Al pasar los días me di cuenta que no veía bien de mi ojo izquierdo, y cuando pude abrir el derecho, prácticamente no veía nada. Me llevaron a un primer oftalmólogo, no me atendió psra nada bien, pero gracias a Dios pude llegar a uno que era uno de los mejores de Rosario.
■ En aquel momento yo jugaba al fútbol, un apasionado fui de ese deporte desde pequeño. Resulta que una de las cosas que el médico era que tenía una hemorragia interna y a la vez se me estaba formando cataratas, que me tenían que operar para poder ponerme un cristal. Y recuerdo la incomodidad del doc (porque él sabía que yo jugaba) cuando me miró y con cierta tartamudez me dijo "Si te operamos, no vas a volver a jugar fútbol". Ese día fue un miércoles, créanme cuando les digo que esas palabras fueron como una bomba que explotó por dentro y me rompió en mil pedazos. Un adolescente lleno de sueños e iluciones, se encontraba con el peor día de su vida. Ese día llegue a casa y lo único que hice fue ir a mi habitación, tirarme a la cama y llorar y llorar mucho.
■ Ese fue el día en el que le hablé a Dios por primera vez, me acuerdo que le pedí que no me operarán porque yo quería seguir jugando al fútbol. Para sorpresa mía en la próxima cita con el doc, la catarata había desaparecido y no me iban a operar. DIOS HABÍA RESPONDIDO MI ORACIÓN. Eso sí, hoy MIRO de un solo ojo, tuve que adaptarme a eso, pero DIOS ES MI FUERZA

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